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jueves, 30 de abril de 2009

LEALTAD

Intento proyectarme... Intento recibir amor y cuidar, dar lo mejor de mi y lo único que todavía sobrevive... mi lealtad.
No puedo mentir o desdibujar una realidad que me acompañará por el resto de mi vida, el recuerdo de un amor que no fue, el delirio de un amor enfermizo, y la locura de una esperanza para un futuro que tal vez nunca llegue...
Mis días actuales no pueden girar sobre otro pensamiento que el de la soledad.
El futuro siempre está basado en el pasado, aunque los psicólogos intenten que pienses distinto, el pasado siempre te marca, crea tendencias y te hace comparar el "antes" y el "después" de uno mismo.
Nada es igual que antes de haber sufrido por amor... nada.
Porque antes del sufrimiento, uno lo desconocía, y lloraba de vez en cuando, en una vida hermosa, llena de buenos sentimientos cuidados y respetados...
En la niñez, por ejemplo, los problemas siempre son de los otros... nos cuidan, nos protegen y nos respetan (al menos en personas que tuvieron infancias similares a la mía).
Crecer protegidos y amparados, nos hace totalmente vulnerables a los dolores de otros, que irrumpen en nuestra paz, en nuestra felicidad y dañan uno a uno los cuidados que fuimos recibiendo, nos corrompen y nos estrellan contra paredes de dolor, de llanto y de infinita soledad.
Nuestra cabeza explota y derrama sangre salpicando a quienes nos rodean e intentan juntar nuestros pedazos... maldiciendo y rezando a la vez.
De pronto nos encontramos pidiendo perdón por algo que no hicimos, cargando en nuestras espaldas la salvación de esa persona que debería cuidarnos también, darnos de la misma manera que nosotros entregamos... y sin embargo nos lastima, nos quita, nos absorve y nos usa como tabla de salvación, pisando nuestra cabeza para salir a flote... a cualquier precio.
En esos momentos, aprendemos a ver la vida con ojos de adulto, y empieza a morir el niño que llevamos dentro, preso de nuestras propias manos...
Las drogas, el alcohol, el sexo, los excesos, van matando la infancia, y llegamos a maldecir los cuidados, los guantes de seda que nos acariciaron en nuestra infancia, porque nos hicieron débiles y vulnerables, porque nos enseñaron a callar y a no ver.
El silencio en lugar del grito.
La violencia se nos manifiesta ajena, irreconocible, nunca antes vista.
Y caemos una y otra vez... en manos de nuestro verdugo.
Y terminamos de matar la infancia, el amor, y la autoestima, con nuestras propias manos, manchadas de sangre y lágrimas, nadando en un pantano de veneno, del que solo saldremos cuando una mano limpia nos tome y nos arrastre a la superficie...
Y veremos nuestro propio reflejo en la otra persona que intenta ayudarnos, y no podremos evitar que los pensamientos lleguen una y otra vez diciéndonos: Así era yo antes de....

En ese momento, en el cual esa mano intenta rescatarnos, solo huimos...
pero no por desagradecidos, o por no valorar el buen amor...
huimos para no lastimar... para no quebrar... para no dejar en el otro las mismas marcas que nos dejaron...
Por eso huimos... por lealtad.
Porque esa mano limpia siempre llega "después".
Y en lugar de limpiarnos, probablemente vamos a ensuciarla.
Así es el desamor del pasado... solo ensucia el presente.

Y cómo se hace para volver el tiempo atrás ?

Renaciendo.

Y cómo se renace sin morir ?

Amando a pesar de todo.
Y sujetando esa mano limpia, sin ensuciarla jamás.
O sin sujetarla... si creemos internamente que no podremos amar lo suficiente.

domingo, 26 de abril de 2009

LETRAS OLVIDADAS

A veces cuando quiero alejarme de los malos pensamientos o de las tentaciones, me refugio en la música o en los brazos de mi amor.
Muchas veces me veo tentado a retomar los vasos y llenarlos de la exquisitez de lo prohibido, pero la lucidez me devuelve a mi realidad de "recuperado" de aquella pesadilla, en la cual solía curarme momentánea y ficticiamente.
Cuando decido curarme en los brazos de mi amor, puedo reconocer la sanidad, la esperanza y la buenaventura. En sus brazos vuelvo a estar sano, bello y fuerte. Nada puede herirme ni acongojarme, y el pasado se transforma en eso: ayer.
Este hoy que ella me regala, me acompaña aun en su ausencia.
Me da paz y me transforma.
Me eleva y me embellece.
Y con sus manos pequeñas logra sujetarme, en mi enormidad, con la fuerza de mil titanes, me sostiene y me libera, me sujeta fuerte para que no caiga en el infinito de mis pensamientos y en el vacío de mis recuerdos.
Nada vale mas que su mano pequeña y fuerte.
Nada me protege mas que su mirada tierna y sus labios sinceros.
Sé que puedo amarla, infinitamente... pero no se cómo, porque todo es poco.
Y aunque no podría amar a nadie mas, sin embargo, puedo ver en sus ojos preguntas sin respuestas, miedo y hasta un poco de soledad.
No la merezco y sin embargo ella no espera nada de mí, toma lo que le doy, con mis lesiones, con mis penas y mis eternos silencios.
Cede ante las lágrimas que brotan en estos ojos negros de tanto dolor y cicatrices.
Limpia mis heridas, y lava mis pies santificándome sin merecerlo.
Y yo que soy un nadie, a veces creo que la crucifico... junto a mi.
No tengo palabras para definirla, porque es atemporal, irrepetible y etérea.

Hoy le he comprado un anillo de los que se usan en las bodas, para regalárselo.
Imagino su risa, su mirada dulce y sus mejillas sonrojadas, va a sorprenderse mucho cuando lo vea. Y yo voy a sentirme un idiota por pagar su amor con simple oro, con nada, con algo tan insignificante.
Voy a pedirle perdón, aunque no entienda.
Y voy a lavar sus pies y a sanar las heridas que le causé.
Voy a quitar los clavos de sus manos y a abrazarla fuerte.
Porque ella es mía, y lo será por siempre.


Esta carta fue escrita por mi, unos meses antes de la publicación de su libro, cuando no sabía de su existencia, cuando quise pedirle perdón para quedarme con ella. Cuando creí que nada me quedaba, nada era mejor, y nada mas me pertenecía realmente, solo ella.
Hoy la encontré por casualidad, entre papeles viejos, buscando otro documento.
Sentí dolor, porque pude comprobar en estas letras que yo la amaba mucho.

Cuando ella lea este texto, seguramente llorará y se arrepentirá.

Pero aunque intente revivirlo, ese hombre que escribió esa carta a modo de diario personal, ya no existe. Lo mató su odio, su rencor y su mentira ambiciosa.
Nada queda de ese, que un día cualquiera, dejó sobre el papel un sentimiento puro, noble y sincero, que nadie valoró jamás.

lunes, 13 de abril de 2009

SOCORRO

Ahora que su vida ha cambiado, que ya no está sola, hay momentos en que la siento mas cerca mío. Ustedes se preguntarán por qué, y realmente no se... hay algo dentro mio que me dice que no deja de pensarme, que me necesita y se siente sola sin mi.

Es una locura lo sé, pero esa conexión que tenemos no es de ahora, estuvo siempre.

Cada vez que me siento así, ella no tarda en llegar a mi casa, con alguna novedad, con alguna angustia o algún dolor en el corazón.

Llamado por esta sensación heterogénea y casi instantánea que me embargaba desde hace unos dias, hoy tomé el auto de mi hermano y me dirigí hacia donde ella vive ahora.

Obviamente me dejó todos los datos para que yo pueda encontrarla facilmente la última vez que hablamos por teléfono.

Por qué lo hace? me pregunté mientras anotaba los datos en un papel que creí extraviado, hasta hoy que apareció ante mis ojos, de la nada, como si fuese una señal.

Mientras iba conduciendo camino a su barrio, cruzaron por mis pensamientos varias situaciones posibles, verla caminar junto a el, con la beba en brazos, o sola, conduciendo su carrito de bebé, o simplemente sola como apurada, pensativa y concentrada en sus necesidades, conduciendo su auto, inmersa en su mundo, sin advertir que estuviese mirándola.

Los hombres solemos hacer estas cosas de ir a los lugares en donde tal vez nos sentimos como acompañados por alguien que nos amó. No debo ser el primero ni el último que hace algo así.

Aunque esta vez me condujo ese llamado interno que nos une, ese pensamiento fijo, la idea de oir su voz gritando mi nombre, como quien pide auxilio.

Llegué frente a su departamento, estacioné el auto enfrente y me quedé ahi parado, solo, acompañado solo por la música, mirando el piso donde ella vive con el.

Si ella miraba por la ventana no reconocería el auto, y si salía a la calle no me vería por los vidrios polarizados del vehículo.

En realidad no sé cómo hice para quedarme ahí por dos horas.

Miré y miré, estaba seguro que ella necesitaba de mi.

Luego de las horas sin ningún tipo de manifestación de su parte, puse el auto en marcha y me dispuse a volver a mi casa.

Pero en ese momento se abrió la puerta del departamento y una figura masculina salió casi corriendo, apurado, como enojado.

Era el.

Tomó el auto, y partió violentamente, como quien huye de algo, o escapa de su realidad.



Por instinto, inmediatamente bajé del auto, me acerqué al edificio y toqué el timbre de su piso.



Sonó su voz dulce y a la vez entristecida:



- Quien es?

- soy yo.



silencio....



Sonó el portero como abriendo la posibilidad de entrar a su departamento... pero no abrí la puerta, quedé paralizado junto al ruido de la cerradura destrabándose.

Con el picaporte en la mano, no abrí.

El temblor del portero eléctrico se metia dentro mio como una feroz alarma al alma, como una advertencia de peligro... si entraba iba a ser un antes y un despues... estaba en el antes... y no sentí coraje para iniciar un despues...

Me di media vuelta, subi al auto y quedé sentado unos minutos... temblando.

Sentí pánico... miedo ... inseguridad y noté que comenzaba a sudar.

Reconocí mi locura, y viéndome en esa situación dudé de mi equilibrio mental.

No podía poner en marcha el auto, estaba paralizado.

miraba fijo el volante, y mis manos no respondían ... tenía que huir... pero mis manos no respondían...

Quería huir, así como el dueño de sus dias había huido unos minutos antes... quería tener la fuerza para hacerlo... pero el bloqueo que sufrí no me lo permitió... quedé estático oculto tras los vidrios polarizados, que impidieron que ella me reconociera...

La ví bajar a la vereda... buscándome... corrió hasta la esquina... mirando para todos lados...

Seguramente esperaba ver mi auto... o quizá creyó haber confundido mi voz... o tal vez... pensó que fue solo una alucinación...

La ví volver a su casa cabizbaja... con el pelo suelto y largo... vestida comodamente... abrigandose con sus brazos... como quien necesita ser abrazado.

Habia tristeza en su mirada... y no pude aguantar.

Bajé del auto... la llamé por su nombre... y ella sonriendo radiante cruzó la calle hasta mis brazos... en donde encontró como siempre calor... protección y paz...

Pude oler su pelo, una vez mas... y asi abrazada... pude escuchar su risa...

Con la cara iluminada... sonriendo ... me abrazaba fuerte... sin decir una palabra.

Como hace muchos años cuando iba a buscarla al colegio... como cuando escapaba de su casa para vernos... como cuando me encontraba por la noche... en cualquier parte... en todas partes...

Sigue siendo la misma... solo que ahora rie cuando me abraza... y tiembla.

Y me mira a los ojos sonriendo... y se vá sin hablarme... tan solo para no cerrar con besos el abrazo que parecía no tener fin...

Sé que ella necesitaba mi abrazo... y ahí estuve para dárselo.

Aunque volví solo y ella regresó a su realidad... Con la única compañia de su aroma en mi pecho, y de su sonrisa en mis ojos...

Mientras volvía me pareció verla sentada junto a mi, con su tocado de flores blancas en el pelo azabache, como la muñeca que alguna vez fue, envuelta en el vestido blanco que mas de una vez me hacía soñar con un altar, flores, besos y promesas.

Como la promesa de ese abrazo, único y siempre anhelado.

Como su risa, como su pelo, y como su mirada, que sin hablar me dijo una vez mas : TE AMO.

sábado, 11 de abril de 2009

QUIEN FUI... QUIEN NO SERE...

Allá por el año 2000 obviamente yo no era la persona mas coherente, si bien tenia edad suficiente habiendo pasado la mayoría de edad, no era la persona centrada que podría haber sido cualquier otro hombre de esa edad. Estaba estudiando, quería progresar, tenía buenos sentimientos y como lo soy hasta el día de hoy, era muy familiero. Estar tan apegado al vínculo familiar, me hizo madurar tardíamente. Aunque suene un poco idiota, no tenía la madurez suficiente y solía comportarme como un adolescente, sin serlo.

En mi grupo de amigos del chat, fui uno de los mas queridos. No lo cuento porque sea un pedante soberbio, sino para que puedan imaginarse quien era yo en ese momento.

No tenía problemas, ni económicos (trabajaba para pagar mis gastos, aunque el dinero no me sobraba, apenas me alcanzaba), ni afectivos, ni familiares, ni laborales. Tenía todo.

Podría haber encajado perfectamente en el rubro de "novio perfecto", contenedor, algo inmaduro, divertido, amable y siempre educado. Responsable y con el "don de gente" que mis padres supieron inculcarme a través del ejemplo, de un matrimonio basado en el amor, en la familia y en la buena educación y la tolerancia. Yo era una persona sana. Esa sería la gran cualidad que yo tenía en ese momento, sanidad, física y psíquica.

Me enamoraba y como un idiota intentaba dar lo mejor de mí. Lo veía a diario en mis padres, así que no conocía otra manera de amar, mas que la entrega, el respeto y la generosidad.

En ese momento, yo no era consiente de mi manera de ser... no lo veía.

Lo vivía como algo natural. Era mi manera de ser, solo eso, nada especial.

Ahora a la distancia, cuando los años han pasado, puedo darme cuenta de lo buen tipo que fui.

Quizá pueda leerse chocante o arrogante mis autohalagos, pero no es así. Dado que luego de los años vividos, nada es igual, y yo no soy aquel inocente, aquel tipo bueno y generoso.

Todas mis novias siguientes me sufrieron.

Mis padres renegaron de mi, mi familia no llegó a entenderme y mis proyectos caducaron, murieron y quedaron enterrados en frascos de antidepresivos, en paredes blancas de neuropsiquiátricos, en botellas de alcohol...

Los pocos momentos de amor siguientes, fueron muriendo, como un castigo divino o una maldición, todo lo que amaba lo perdía y nada me pertenecía.

Hasta convertirme en el protagonista de una pesadilla, de una historia puesta en letras tendenciosas, en textos que intentaron matarme, pero sin lograrlo, hicieron que renazca, que vuele y que le dé a mi relato las alas de la creatividad y la inspiración del dolor...

Ya nada puede matarme, todo me renace y me hace mas fuerte.

Ahora que tengo una leve esperanza, de ser mas que uno, mas fuerte, aunque mas silencioso.

Por eso escribo, para contar mi historia, para que sepan por mis manos cómo me sentí.

Y aunque quise morirme, aunque quise enfermar para olvidar y perdonar... no pude. Y aunque quise amar, soñar y ver en otros ojos mi propio dolor, no pude conseguirlo... solo quedó en lo que fue, en sueños, en una casa en la playa, en un montón de cartas de amor que jamás llegaron ni envié. Solo eso...

Y no es porque aún la ame... no.

Es porque ella ha matado el amor en mi.

Ella y tantas otras que no confiaron en mi amor, que siempre necesitaron mas.

Las que necesitaron ver para creer... que igual que ella, solo encontraron en mi ,un refugio, para cobijarse, para alejarse del dolor, para volver a vivir y seguir creciendo... para luego marcharse e incendiarlo, dejándolo en ruinas para que no vuelva a ser refugio de nadie mas...

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