Las veces que viajo al mar, la paso bien. Quizá buscando un amor que me haga compañía, o tal vez a ese GRAN amor que espero hace tiempo, y que aún no llega. No se si algún día llegará, yo mientras tanto la espero, la imagino y la busco, al menos tengo esperanzas, aunque hubo momentos en que hasta eso había perdido.
El mar me parece mágico, único, la gente ahí se relaja, disfruta, se muestra y se encuentra.
Los cuerpos dejan de ser cuerpos para transformarse en personas comunes y corrientes que disfrutan el sol, el agua y la compañía de la familia o amigos.
La desnudez brota, y no hay miedos a mostrarse con cualquier forma corporal.
Me entretengo viendo pasar a las chicas en bikini, obvio, pero este año he visto demasiados cuerpos extremadamente delgados.
Buscaba detenerme en la figura femenina, esbelta, con formas redondeadas y exhuberantes, pero encontré muy pocas, casi ninguna. Cuerpos diminutos, extra delgados, puros huesos. Pechos inflados con siliconas, en caderas huesudas y muslos finos sin masa corporal...
Cuerpos sin formas, aniñados y con pechos enormes. Totalmente amorfos, deformes y desparejos.
No entiendo bien de que se trata. Y no me gustan así las mujeres.
Sé que la mayoría de los hombres preferimos cuerpos carnosos, exhuberantes y rellenos.
Que el cabello brille saludable, que la piel esté nutrida y sana... que las piernas sean redondas, carnosas y que la cola sea realmente una cola, en donde se pierda la bikini jajaja que todas las bikinis sean ajustadas o estén a punto de explotar!!!!!!!! jajaja
Que la ropa no quede grande, y que la pancita tenga rollitos al sentarse. Y también al estar paradas!!! la mujer abundante, feliz, y llena de vida.
Que la mirada sea de felicidad, de salubridad, no de tristeza o de conflicto existencial.
Vi grupos de amigas tomando mate, solo mate todo el día, o agua.
Y al meterme al mar, vi chicas que casi perdían sus trajes de baños diminutos que aun así les quedaban grandes.
Cuerpos sin vida. Mentes sin felicidad. Corazones preocupados y alterados por ese mal que azota y que no deja en paz... la estética acorde a la moda, la exigencia a cualquier precio, la perfección para los otros, para gustar a quien? a un funebrero por ejemplo?.
Estando solo voy conociendo gente, chicas, me acerco, hablo, tomamos algún mate, y entablamos conversaciones. A veces me engancho en algún picado de fútbol playero, o juego al voley, o alquilo un cuatriciclo o un caballo para pasear un poco.
Me gusta mucho estar solo, disfruto mucho mi soledad, en vacaciones.
Estoy parando en una posada en Mar de las Pampas, en donde se hospeda mucha gente, y en donde también hay gente sola.
Hay una chica en particular, que va a la playa con su notebook, habla por celular y sola pasa sus días sentada junto a la pileta de la hostería, o en una pequeña reposera al borde del mar, o en las carpas de la posada, o en el restaurante.
Nos vemos mutuamente, nos sobra el tiempo para ver todo, a cada uno de nosotros, las rutinas, los movimientos y la rutina de los lugares que compartimos separados.
Disponemos de mucho tiempo, tirados en una reposera dos horas, sin hacer nada, viendo el mar, pensando en nada.
Me pregunto que hará en su notebook... chateará con su novio? trabajará? con quien habla por celular? por que está sola?
y a la vez encuentro la respuesta en mi mismo: yo también estoy solo y lo disfruto.
Hoy por la tarde, me senté junto a ella en la pileta pero ni siquiera me miró.
Tendida sobre la reposera, envuelta en un vestido de tela muy fina, muy corto y color arena, tomaba sol dejando entrever un traje de baño blanco debajo del vestido.
Me puse de pie y disponiéndome a marcharme para disfrutar el mar, pasé por la barra de la hostería y le regalé un trago de frutos varios, un hermoso licuado de varias frutas, en una copa colorida y decorada con flores sobre una bandeja.
Dejándole una propina al mozo, le dije: por favor, preparale un trago así a esa chica que está tomando sol, pero no le digas quien se lo regala, solo decile que creo que es muy hermosa.
Luego me fui al mar, disfruté del día de sol, de la brisa que por momentos aparecía nublando el cielo, y refrescando todo...
Casi de noche volví a la posada, bellisimamente iluminada por faroles, toda la madera de las cabañas iluminadas por la luz tenue de los faroles y de la luna. Cerca del mar, el ruido de las olas y la brisa de la noche, me daban la estampa perfecta del descanso.
Mis pies descalzos, pisaban el suelo arenoso y se hundían en la suavidad seca del piso invitándome a quedarme ahí, afuera, bajo la luna, respirando ese aire maravilloso.
Estaba oscuro, poca gente merodeaba el lugar, me senté en el parque con los pies sobre arena,
fresco, descansadamente cansado del mar, cerré mis ojos y al poco tiempo la voz del mozo hablándome: señor, este trago es para usted. Se lo envía una señorita.
Sé que fue ella, la chica solitaria.
Y ahi me quedé, bebiendo mi trago, a la luz de la luna, con un dia menos en mis vacaciones.
Pensando en esa chica, en el trago que me habia invitado, y en el dia de mañana, cuando dejará de estar sola porque voy a desayunar a su lado.
A las diez de la mañana, como cada uno de estos dias, para romper ese silencio y acercar las miradas.